Quiero invitarte a analizar este tema juntas, sin juzgarnos, aprendiendo desde la crianza consciente y respetuosa.

Aunque gritarle a un niño de forma constante no deje un daño físico visible, sí afecta su capacidad de aprendizaje, de formar recuerdos y puede llevarlo a desarrollar depresión, ansiedad o comportamientos agresivos en su adolescencia y adultez.

Veremos los efectos concretos que tiene, los problemas neuronales que puede ocasionar, y como los hace vivir en un estado de supervivencia en estrés constante.

También veremos como podemos resolver este desafío desde el mindfulness.

En este episodio, te enseñaré una técnica simple y efectiva para comprender y regular tu enojo. Desde el mindfulness y la aceptación, podrás transformar, poco a poco, tu relación con la crianza.

Veras que educar desde el amor y sin gritos, sí es posible.

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